Entrevista a Juan Manuel Sánchez Villoldo, autor de "Las Guerras del Código"
El escritor Juan Manuel Sánchez Villoldo, miembro del
taller de la TerBi, publica su primera novela “Las guerras del código” en EC.O
Ediciones Cívicas.O.(http://edicionescivicas.org/producto/las-guerras-del-codigo/
La obra cuenta como en una pequeña comunidad de la
América rural, los niños desarrollan una salvaje deformidad que hará de ellos
asesinos monstruosos bautizados como coyotes. Tras un primer combate y aparente
victoria, otro pueblo es atacado y todos los habitantes devorados. Julián
Mozzi, superviviente de la primera batalla, es convocado para dirigir las
operaciones de contención de este nuevo ataque.
Entrevistamos al autor
·
Hasta ahora te has dedicado a los relatos
¿Por qué y cómo ha sido el salto a la novela?
·
En
realidad fue simultáneo. Cuando los amigos me animaron a escribir algo «de
verdad», más allá de los
pequeños relatos del blog, mi primera idea fue escribir una novela. Quería
verter algo de lo que estaba viviendo en Filipinas, donde resido actualmente, y
sobre mi trabajo como profesor y «mediaman». En ese momento me llamaron la
atención un par de convocatorias que vi en internet: por un lado un concurso
literario sobre la violencia de género y por otro una antología de terror para
autores noveles. Envié sendos relatos y he aquí que fui seleccionado en las
dos. Para la antología, «En los albores del miedo», publicada por Dolmen,
escribí «Gotten Wille», que pudiera ser el capítulo cero de «Las guerras del código». Todos, incluido yo
mismo, pensaron que «Gotten Wille» daba para más, así que me puse con ello y
terminó, dos años después en la novela de la que hablamos. Y de forma
simultáneas escribí la otra novela que empecé «Bitatawa», que me ha llevado
cuatro años y ya está haciendo su periplo por las editoriales, a ver si alguien
la ve interesante…
·
En la presentación se remarca mucho que no
es una novela de zombis y de espectros…
·
No
es que tenga nada en contra del género Z, en absoluto, pero es que no es
posible poner esa etiqueta a «Las guerras del código». No hay muertos vivientes
ni virus, bacterias, hongos o protozoos dispuestos a acabar con nosotros de
modo instintual o infeccioso. Hay ataques, y son terribles, pero en poblaciones
aisladas y en respuesta a una provocación. Son batallas llevadas en secreto.
Aunque la literatura zombi ha evolucionado desde aquellos cuasi idiotas que apenas se podían
desplazar hasta dotarles de inteligencia y habilidades con las que antes no
contaban, esos seres eran y son humanos
condenados: no es el caso. Quien haya leído «Gotten Wille» ya sabe que los
«coyotes» están organizados, y aunque pueden asimilar otros seres, no son en
esencia humanos reconvertidos, sino una nueva vía, otra especie.
·
El tema de los monstruos genéticos y por
la ciencia tiene ya mucha tradición ¿Qué ofrece tu obra?
·
¡La
pregunta del millón! Y qué difícil de contestar. A todos nos gustaría que lo
que escribimos fuera una novedad indiscutible, pero –aunque no todo esté
inventado− es muy difícil, casi imposible, encontrar un argumento original en
su totalidad. «Las guerras del código» ofrece, como creo que todas las novelas
de ciencia-ficción, una posibilidad. El hecho de que hay cosas que «pueden
ocurrir» es, en mi opinión el territorio de caza donde se alimenta el escritor
y el lector de este género. Hoy en día la genética es una ciencia, o una
disciplina científica, con «glamour». ¿Se puede llamar moda? No lo sé. En los
años cincuenta la ciencia ficción nos traía invasiones de Marte y monstruos
«atómicos», porque era la percepción que la gente tenía de lo que hacía la
ciencia. Llegaron los setenta y nos encontramos con los viajes a la luna, y los
novelistas buscaron las grandes exploraciones del sistema solar y de la
galaxia. Más tarde hablábamos de grandes imperios y de complicadas políticas.
Ahora le toca a la genética. Mañana quién sabe…
·
Parece ser una obra sobre las
consecuencias de modificar en exceso la naturaleza y los genes. ¿Crees que nos
estamos pasando?
·
En
realidad en la novela no hay una voluntad de modificar el entorno. Se trata del
fanatismo, cuya consecuencia en mi relato es el vaciado de nichos ecológicos.
Vivimos
un momento en el que el dogma tiene un enorme peso en una gran parte de la
sociedad. Lo vemos a diario. Se elige la dieta, la ropa y hasta las actividades
de fin de semana porque queremos ser especiales, y desestimamos lo que nos dice
la evidencia científica para escondernos detrás de palabras mágicas.
«Ecologismo» (que no ecología) es una de ellas. Se difunden errores y se hacen
afirmaciones de brocha gorda sin tener en cuenta las consecuencias. Por
ejemplo, nunca nuestra alimentación ha estado más controlada que hoy en día.
Jamás ha sido tan segura, pero aun así hay voces que pretenden aportar
soluciones a problemas que no existen, sólo porque alguien lo dice. Con un poco
de buena voluntad, ninguna mentira resiste una búsqueda en internet. En ese
sentido, ser un ignorante, es una opción. ¿Nos estamos pasando? En muchas
cosas, sin duda, pero será la ciencia quien nos dé la solución: no los predicadores.
·
¿Hay alguna obra que crees que es
indispensable leer en este tema o supuesto? ¿Cuáles son tus autores favoritos?
·
Uy…
eso es un torpedo por debajo de la línea de flotación. Me gustaría decir que mi
novela está estructurada como lo haría Asimov, narrada como Bradbury y científicamente ajustada como si fuera obra
de Niven. Claro ¿A quién no?
Siempre he dicho que soy hijo de las
novelas de «a duro», de aquellas novelas que cambiaba por una peseta en la
tienda de chuches del barrio. No me cansaré de reivindicar a todos aquellos
autores como padres intelectuales de muchas obras actuales. Como lector soy clásico e infiel, más amigo de
las obras que de los autores y releo muchísimo a los que he mencionado y a otros muchos. Benford,
Pohl, Robinson, Lem, C.J.Cherryh, Clarke… Pero tampoco quiero olvidar las
películas en blanco y negro de los sábados por la tarde y de las series de
televisión de la infancia. «Star Trek»− ya que estamos en su cincuenta
aniversario− o «Perdidos en el espacio» son influencias que no puedo negar,
como tampoco puedo negar una de mis favoritas, «Viaje al fondo del mar»
Creo que hay un momento de la
infancia dónde somos improntados, si se me permite usar esa palabra, y parte de nuestra construcción personal se basa
en los valores que recibimos en ese momento. Yo era un niño muy retraído y me
refugiaba en esos mundos donde las cosas podías ser terribles, pero en los que
al final siempre ganaba «el bueno». Cierto que la vida no es así, pero aquello
me hacía pensar que debe ser así, que es lo que importa. Ya he comentado antes
que, para mí, la ciencia ficción ofrece posibilidades, es educativa, y en esas
historias muchas veces es el conocimiento lo que salva la vida de los
protagonistas o a una civilización entera.
Y por volver a la pregunta original.
¿Cuáles son mis autores favoritos? Creo que tengo uno nuevo cada semana,
gracias a grupos como Terbi.
·
¿Qué tal y como fue el proceso de publicar
con EC.O Ediciones?
·
¡Ojala todo fuera tan fácil! Ante todo tengo
que admitir que mi experiencia personal con editoriales es mínima, aunque me
creo con derecho comentar que las diferencias de trato de algunas de ellas con
los autores son abismales. He pasado por educados rechazos a no dignarse a
responder ni tan siquiera si han recibido el original. En ese sentido EC.O es
ejemplar. Desde el primer momento me han arropado y aconsejado en cada paso que
se ha dado, todo de forma muy clara y ordenada. Es muy importante trabajar con
personas, no con entes abstractos sin nombre ni apellidos, pero además con personas
competentes, trabajadoras y serias. Una novela son años de trabajo, y cuando
ves que la miman, que te consultan cada paso y que te dan consejos ajustados
como un zapato, no pues menos que descubrirte. No creo que podría haber caído
en mejores manos siendo «primerizo». Escucho muchas historias sobre empresas
que parecen depredadores del mercado editorial. Me temo que si caes en una de
ellas con tu primer trabajo, se te haga muy difícil continuar. Para mí, EC.O se personaliza en Isabel González. No creo
mucho en las musas a la hora de escribir, pero si tuviera una a la hora de
publicar, sería sin duda ella.
·
¿Estás escribiendo algo ahora?
·
Todos
los días saco tiempo de donde sea para escribir mil o dos mil palabras. Ya he
comentado que estoy moviendo «Bitatawa» mi segunda novela terminada, pero la
segunda parte de «Las guerras del código» va casi por la mitad. No me atrevo a
decir que sea una trilogía, sino más bien una «historia en tres partes» aunque
todas ellas se puedan tomar como novelas independientes. No me lo planteé así,
pero es lo que salió, así que cuando termine con esta segunda parte, titulada
de modo provisional «Los exiliados de la Hélice» (sí: recuerda demasiado a un
relato de Simmons) me pondré con esa tercera parte que ya está estructurada. En
cualquier caso, y de forma simultánea, estoy escribiendo otra novela de ciencia
ficción que nada tiene que ver con lo escrito hasta ahora. Siempre estoy en dos
o tres cosas a la vez. Cambiar de registro es la forma que mejor me resulta
para saltar los bloqueos. De todos modos, antes de final de año tienen que
salir algunas cosas más, entre ellas una antología en la que varios autores e
ilustradores hemos puesto muchas horas y mucho cariño, pero no tiene nada que
ver con la ciencia ficción.
·
Si quieres añadir algo más…
·
Sería
el momento de los agradecimientos. Ya he mencionado a Isa González de EC.O,
pero sin personificar quiero dar las gracias a “Vuelo de cuervos”, “Ficción
científica”, Terbi, NGC3660 y a unas cuantas personas que ya saben quiénes son,
en especial mi hermana. Tampoco sería justo olvidar lo que me han dado las Islas Filipinas, con
sus seres míticos y maravillosas leyendas que me han servido de inspiración.
Comentarios