Cuento portugués: "Nana de las aguas" de Tania Souza
Continuamos con la colaboración entre la web portuguesa "Contos de terror" y este grupo, publicando relatos de ellos aquí y nuestros allí. https://www.contosdeterror.site/
Publicamos el cuento titulado
“Nana de las aguas” de Tania Souza, traducción de Angelo Brea
NANA DE LAS AGUAS
Tânia Souza
Traducción de Ângelo Brea
Sintió
las hojas y el frío de la tierra bajo sus pies descalzos. En lo profundo del
bosque, deslizándose entre los árboles centenarios, se estremeció al confundir
los gigantescos laureles con bultos entre la densa neblina. Había un pesado
silencio en el bosque que se extendía a través de incalculables extensiones.
Ella podría jurar que nunca hasta entonces pies humanos habían cruzado sus
barreras. Pero una vez… quizá no fuese leyenda. Quizá ella tuviera una
oportunidad.
El
frío del amanecer iba desapareciendo poco a poco y el aire parecía ahora
repleto de murmullos lejanos. Pequeñas rendijas de luz invadían las ramas más
altas de los árboles y descendían entrecortadamente, iluminando las tinieblas.
Plantas desconocidas se extendían espinosas y herían su piel, rasgando el fino
tejido que la envolvía. Intentó vencer al miedo y a la sensación de que en
breve sería alcanzada. Desde que dejara la aldea, caminara sin descanso, pero
los caballeros no desistirían tan fácilmente.
Una
única oportunidad, quizá.
Ojos.
Podía sentirlos, espiándola desde que se había adentrado en aquel extraño
universo. Había un aroma de eras incontables y de criaturas desconocidas
desafiando a quien osase adentrarse en sus dominios.
Entre
tanto, por más sombríos y oscuros que fuesen los caminos, los árboles y la
vegetación eran verdes, vívidos. Entre piedras lisas y cubiertas por musgos
matizados de verde, descubrió un filón de agua que corría entre las grandes
piedras y se inclinó hacia el agua que discurría, bebiendo con las manos y
reconociendo las hierbas que su pueblo siempre había usado para curar.
De
súbito, un ruido atrajo su atención, la voz acariciadora de un sueño, trayendo
en ella promesas y delirios como los que la habían llevado hasta allí. Siguió
el curso del pequeño riachuelo, en busca del sonido fascinante, y llegó
entonces a un claro del bosque donde el agua formaba un pequeño y transparente
pozo y un desfiladero finalizaba el camino.
Se
acercó despacio, con miedo de asustarla. Una oportunidad. Sintió las lágrimas
que surgían y el corazón conmovido, entre miedo y alegría ante la presencia
viva de la magia.
La
criatura de las aguas sonrió. Los largos cabellos almendrados confundiéndose
con las raíces frondosas y con los troncos gigantescos que brotaban en el
margen del río. La piel era casi transparente y las largas pestañas en torno a
los ojos dorados conmovieron el alma de Gwen. Entre las aguas transparentes, la
joven se movió y las escamas plateadas se reflejaron en la luz.
Oía
todavía el galope desesperado de sus perseguidores cuando sumergió los pies en
el agua cálida. A su alrededor, otros rostros surgían y manos suaves la tocaron
hasta que sólo el suave recogimiento de las aguas la envolvió.
Aquel
ya no era el mundo en el que Gwen había crecido. Para hombres y mujeres como
ella, vendrían tiempos difíciles. Algunos habían oído la llamada de los
árboles; otros, la de la tierra, las de las cavernas, e incluso la del aire.
Sin embargo, gran parte de su pueblo ya no conseguía oír y, llena de miedo,
ardía el fin de su esencia. Pero Gwen había oído la sagrada acogida de las
aguas.
Finalmente,
sería libre.
Cuando
los caballeros llegaron al lago, a penas aguas.
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