José Manuel González entrevista a Mónica Cuartero (Hijos del río)


Entrevistas cruzadas: José Manuel González entrevista a Mónica Cuartero (Hijos del río).

Ediciones el Transbordador publicó hace unas semanas dos obras exclusivamente en formato digital en la colección SPUTNIK

Son la novela de Mónica Cuartero “Hijos del río” y la antología de relatos “Recuerdos de la vieja Tierra” de José Manuel González, miembro de la TerBi

Ofrecemos una curiosa iniciativa. Cada uno de estos autores ha entrevistado al otro acerca de su obra. En este post se puede leer la entrevista de José Manuel a Mónica

ENTREVISTA DE JOSÉ MANUEL A MÓNICA:

1) ¿Cómo te aficionaste a la ciencia ficción y por qué elegiste la distopía para tu primera novela?

Si atendemos a la división clásica de géneros literarios, lo cierto es que soy más aficionada a la fantasía que a la ciencia ficción, y es el género que más escribo. Siempre me han fascinado las épocas remotas y me han inspirado escenarios de leyendas y sucesos míticos; si a eso le añadimos el que desde mi infancia escuché y leí con avidez cuentos de hadas tradicionales, creo que en mi mente se formó el caldo de cultivo perfecto para que, al toparme con El Señor de los Anillos a los dieciséis años, cayera en las garras de la Fantasía para siempre.
Así las cosas, pudiera parecer contradictorio que mi primera novela sea una distopía, pero en el fondo tiene bastante sentido: aunque sé que ningún tiempo pasado fue mejor, mientras que pensar en la antigüedad me evoca historias épicas, el futuro me genera mucha desconfianza. Cuando me gana la sensación de que las cosas no funcionan y de que el rumbo que ha escogido la humanidad no es precisamente el mejor para hacerlas funcionar, me surgen ideas para una distopía.




2)  Trabajas como profesora de historia. ¿Te ha ayudado tu profesión a la hora de diseñar la sociedad que describes en Hijos del Río?

No tanto en el diseño de la sociedad, que no es más que una proyección fatalista de una sociedad contemporánea en la que la clase media ha sido degradada, como en otros detalles de la trama, por ejemplo, las alusiones al movimiento obrero.


3) Esa sociedad, dividida entre ejecutivos y trabajadores, me recuerda a los tiempos del feudalismo y a la época anterior a la revolución francesa, cuando los nobles y los aristócratas poseían la mayor parte de los recursos y el pueblo llano solo podía adaptarse o morir. ¿Crees posible una regresión hacia sociedades de ese tipo? ¿Cuál sería un posible motivo para que sucediese algo así?

Es una forma de verlo muy curiosa que no me había planteado, pero lo cierto es que el feudalismo tiene algo en común con esta sociedad futura imaginaria, y es, como he apuntado en la pregunta anterior, el escaso peso de la clase media, que en la novela aparece bastante adelgazada y con problemas de solvencia similares a los que presenta su homónima actual.
No creo que haga falta un gran cambio para provocar una regresión como la que se intuye en Hijos del río, bastaría con un intenso proceso de destrucción de la clase media, y eso ya lo estamos viviendo actualmente: por desgracia, en nuestro mundo es cada vez más frecuente que gente que hasta hace unos años se englobaba sin vacilar en este grupo social pase por auténticos apuros económicos tratando de estirar sueldos (que de ninguna manera se corresponden con los que definirían a una clase media) y mantener estilos de vida que se generalizaron con el estado del bienestar y que cada día son más difíciles de sostener.
Por si fuera poco, la deriva de la sociedad actual me parece que se encamina cada vez más a disponer de una elevada proporción de mano de obra barata: parte de esta masa proviene de la destruida clase media, y a ellos se añade el grueso de la población inmigrante. Todos ellos comparten situaciones prolongadas de paro o la depauperación de sus empleos, lo que genera un debilitamiento de su poder adquisitivo y un aumento del riesgo de pobreza y exclusión social. La sociedad de Hijos del río es una proyección en el futuro de este modelo llevado al extremo.


4) En tu libro describes una situación que choca contra lo que, la mayoría, damos por sentado: en esa sociedad el trabajo de un humano es más económico para el empresario que el de un robot. Es una idea original y rompedora. ¿Puedes desarrollarla un poco más?

Soy consciente de que todas las previsiones apuntan a lo contrario, pero creo que damos por supuesto que los trabajadores mantendrán en un futuro sus derechos laborales o que acabarán cobrando una renta básica y saliendo del mercado laboral sin miedo a perder su capacidad de consumo.
Sin embargo, si estos derechos fueran recortándose paulatinamente, si el salario mínimo quedara congelado o incluso descendiera (para poder competir con los robots, por ejemplo), si nunca se llegara a establecer la mencionada renta básica y por tanto la gente se viera obligada a continuar trabajando para asegurarse el sustento, ¿seguirían siendo las máquinas más rentables que una masa de seres humanos hambrientos y mal pagados?
Carezco de elementos de juicio suficientemente fundados para hacer una defensa en profundidad de la premisa de Hijos del río, y de seguro existen un montón de factores económicos que no he tenido en cuenta y que invalidarían esta tesis, pero me pareció un punto de partida curioso y no del todo descabellado del cual arrancar el relato.


5) Estamos viendo últimamente un florecimiento del subgénero de la distopía gracias a adaptaciones de obras de escritoras al medio audiovisual, como El cuento de la criada o Hijos de los hombres, con ideas brillantes, originales y un excelente tratamiento. A pesar de que, tradicionalmente, los autores de ciencia ficción han sido predominantemente hombres, las escritoras estáis avanzando con mucha fuerza y renovando el género gracias a la aportación de nuevas perspectivas y enfoques. ¿Estás de acuerdo?

Curiosamente, los ejemplos que has aportado (Margaret Atwood y P.D. James) publicaron sus obras mucho antes de la entrada al nuevo milenio. Si hablamos de la rama del género considerada fantasía clásica, que me resulta más familiar, se me ocurren ejemplos como Ursula K. Le Guin, Louise Cooper, Sydney J. van Scyoc o Margaret Weiss, de quienes tenemos valiosas aportaciones desde los años 60 o 70, así que la incursión de la mujer en la fantasía y la ciencia ficción no es algo nuevo. Si ahora el público general las está redescubriendo se debe, sobre todo, a la adaptación de sus obras a los medios audiovisuales, como bien  has comentado.
Considero que la menor presencia de las mujeres en la ciencia ficción y la fantasía se debe a que, en general, somos más intimistas en nuestros gustos literarios, por lo que muchas mujeres prefiere historias que hablen de sentimientos o se centren más en las relaciones entre personajes en contextos realistas. Eso hace que no pocas perciban como extraños a sus intereses estos géneros que habitualmente llevan aparejadas tramas bélicas o de acción. Probablemente, lo que se considera innovador en las escritoras de Ciencia Ficción y Fantasía sea la inclusión en sus historias de esta óptica más intimista que, sin desdeñar tramas de acción, otorga especial relevancia a las relaciones entre personajes o introduce hechos particulares de lo femenino.


6) En tu novela apenas das unas pinceladas del exterior de la región en la que se desarrolla el relato. ¿Cómo sería el resto del mundo en el mega estado que describes? ¿Sus habitantes tendrían problemas similares y la sociedad estaría jerarquizada de la misma forma?

Tienes razón, el “mundo exterior” está apenas esbozado, pero este hecho obedece a una voluntad consciente de mantener ese velo de misterio.
En Hijos del río, la gente vive en megalópolis que política y económicamente están bajo el dominio de una «aristocracia genética» común denominada Élite. Dentro de la Élite no hay familias, sino que esta clase dirigente se perpetúa a sí misma mediante la creación de genos, seres generados mediante técnicas de selección genética. El resto de la población también tiene, según su nivel económico, acceso limitado a estas mejoras.
Las megalópolis, como se apunta en el relato, son bastante herméticas, y el mero hecho de mudarse es complicado y requiere de un largo proceso burocrático. Este hermetismo funciona como un mecanismo más de control y manipulación. ¿Qué hay fuera de las ciudades? Según la versión oficial, zonas de exclusión muy contaminadas donde la vida humana es inviable, pero es legítimo pensar que sea una mentira para infundir miedo y mantener el control sobre una población que jamás se planteará dejar la seguridad de las grandes urbes para enfrentarse a lo que pueda acechar afuera. ¿La verdad? El lector deberá decidir cuál es, ese aspecto forma parte del misterio de la novela.


7) Algunos de los personajes que describes son muy carismáticos, como es el caso de “Fuego Rápido” ¿En qué o en quiénes te inspiras para crearlos?

La inspiración para los personajes no suele ser unitaria: a veces es otro personaje que has visto en el cine o has leído en un libro y te ha impresionado (lo que no significa que lo utilices tal cual, pero sí que se convierta en la base a partir de la cual construyas el tuyo); en otras ocasiones, viene a través de una imagen, un concepto, una melodía incluso. Pero en mi caso, encuentro que a menudo lo que favorece la introducción de algunos personajes es la mera dinámica y necesidades de la obra.
Algo que me resulta fascinante del proceso de escritura es que siempre comienzo con un plan, pero que, al avanzar en la historia, descubro huecos en el esquema original o caminos diferentes por los que podría avanzar la trama y que a mi juicio la enriquecen notablemente. Al recorrer esos caminos surgen personajes imprevistos pero que, tras ser definidos, dan la sensación de haber estado siempre ahí y de ser imprescindibles para la historia.
En concreto, Fuego Rápido está construido a partir de la necesidad de contar con un pirómano en el elenco de la obra, de un concepto —el del pandillero matón, arrogante y sin escrúpulos—, y de una imagen que he visto en más de una película: la de alguien que prende fuego a un coche que previamente ha rociado de combustible o deja caer un cigarrillo encendido en un charco de gasolina.


8) En Hijos del río, además de una detallada y brillante descripción de la estructura social en la que viven los personajes, incorporas ideas que, aparentemente, podrían tener un mayor desarrollo, como la descripción de las mejoras genéticas de las élites o los medios y métodos de control social que utilizan. ¿Has pensado en ampliar estas ideas en futuras obras?

Tengo varios relatos distópicos esbozados o a medio escribir (como he explicado, cuando la ansiedad por el futuro me asalta, me surgen ideas para proyectos de este tipo). En ellos, los métodos de control social adquieren especial relevancia en la trama.


9) El tono ecologista predomina en tu relato aún más que el social. ¿Es tu opinión? ¿Puedes describirnos dónde crees que debe situarse la línea que separe progreso y ecología?

Creo que ambas cuestiones son relevantes en la obra, si bien la preocupación por el medio ambiente fue la chispa que hizo brotar la idea inicial, en concreto, el incendio del vertedero de neumáticos de Seseña. Ese desastre me sumió en un estado de ánimo mezcla de tristeza y rabia, y de ahí surgió Hijos del Río.
En cuanto al límite entre progreso y ecología, no creo que ambos sean excluyentes, sino más bien al contrario: el progreso técnico puede ayudar mucho a la conservación del medio ambiente, así que no veo que se trate tanto de eso como de un adecuado uso de los recursos y del acceso generalizado de la población a estos adelantos técnicos que podrían convertirse en aliados de la ecología, como coches eléctricos o viviendas de alta eficiencia energética.


10) Imagino que tu profesión puede proporcionarte una ventaja si decidieras cambiar de género y escribir, por ejemplo, novela histórica. ¿Tienes algún proyecto en ese sentido?

En todo caso, puede suponerme una ventaja a la hora de ambientar mundos fantásticos. La fantasía clásica ha sido mayoritariamente medieval, y creo que uno de los caminos de renovación del género pasa por abrirse a otro tipo de atmósferas. Ahí la historia te provee de un amplio abanico de posibilidades con las cuales tratar de hacer algo diferente. En ese sentido, en estos momentos estoy reescribiendo la primera parte de una historia de fantasía que tiene su ambientación e inspiración en la Edad Antigua del Próximo Oriente, un mundo un poco más lejano (tanto espacial como temporalmente) que la Europa medieval.
Sin embargo, la novela histórica tiene, a mi entender, unas reglas mucho más restrictivas. Tal vez el hecho de haber estudiado Historia me hace consciente de lo difícil que resulta ajustarse a todos los parámetros de una época concreta a la hora de escribir: no es sólo la ambientación o la introducción de la política de la época; se trata de reflejar con verismo usos y costumbres, relaciones sociales, viviendas, vestuario, armamento, etc. La novela histórica requiere horas y horas de documentación en archivos y manejar cientos de variables temporales, y el hecho de enseñar historia en Secundaria no exime de esa labor. La fantasía, por el contrario, es mucho más libre, permite escoger los elementos que te gustan y cambiar los que no se ajustan a tu idea, y si hablamos de distopías, que se proyectan en el futuro, el nivel de exigencia es aún más laxo.


11)   ¿Quiénes son tus autores favoritos dentro y fuera de la ciencia ficción? ¿Quiénes de ellos te han influido más a la hora de decidirte a escribir?

El que despertó mi gusto por la fantasía fue, como ya he mencionado, Tolkien. Otros autores que me encantan dentro del género son Sapkowski, Steven Erikson, Robert E. Howard o, combinando ya fantasía con humor, el gran Terry Pratchett.
También con un humor bastante gamberro, aunque ya fuera de la fantasía, destacaría a Tom Sharpe, cuya serie sobre el personaje Wilt revisito a menudo. Siguiendo con otros géneros, me gusta mucho Miguel Delibes dentro del realismo y otros autores con géneros de difícil clasificación (¿tal vez realismo mágico?) como Amy Tan o Murakami.
En cuanto a quién me ha influido más a la hora de escribir, fue Tolkien el primero que me hizo pensar «Ojalá fuera capaz de crear un mundo tan fabuloso como la Tierra Media», pero cada autor que descubro y me fascina me da un nuevo impulso, tanto por la historia que cuenta como por las características de su prosa, que me animan a mejorar mi escritura.


12)   ¿Qué le aconsejarías a un escritor novel cuando se enfrenta a su primera página en blanco?

Ante todo, que lea mucho, tanto de su género como de otros tipos de literatura. Leer, además de estimular la imaginación, permite asimilar formas de redacción, esquemas de tramas, tipologías de personajes, recursos narrativos, etc. Además, existen muchas maneras de pulir el estilo, tanto los clásicos talleres presenciales de literatura creativa como un amplia oferta online de estos mismos talleres, así como páginas webs, blogs e incluso canales de vídeos con consejos para escritores que permiten identificar y evitar los principales errores a la hora de escribir, ayudan con la creación de personajes, la ambientación, etc.
Y aparte de todo esto, armarse de paciencia. Mucha paciencia. Con la excepción de autores virtuosos, que los hay, la mayoría necesita de mucha práctica, de mucho ensayo-error, de mucha reescritura y de alguna que otra página metida en el cajón a la espera de una revisión futura, un replanteamiento o el olvido, aunque resulte doloroso.


13)   ¿Qué opinas de los concursos literarios?

Me parece una manera muy válida de probarse a sí mismo y darse a conocer en el mundo de la escritura, aunque creo que requieren ciertas habilidades, como ceñirse a una temática determinada y hacerlo en una extensión definida, que no se ajustan a todas las personalidades ni a todos los procesos creativos.

14) La introducción de un elemento esotérico en una narración que destaca por su pragmatismo sorprende y añade un toque de fantasía al conjunto, enriqueciéndolo. ¿Qué fue lo que te impulsó a hacerlo, rompiendo con la línea general de la novela?

Tengo una gran tendencia a la fantasía, a irme por derroteros mágicos, míticos o sobrenaturales. Sin embargo, en este caso existe un factor añadido para la introducción de este componente esotérico.
A menudo se entiende la Tierra como un organismo vivo que se autorregula para alcanzar el equilibrio (hipótesis Gaia) mediante una serie de dinámicas explicables por procesos físico-químicos. El elemento sobrenatural de Hijos del río sería una personificación de esos procesos.
Uno de sus objetivos es ahondar en el sentimiento de venganza o revancha, que sólo tiene sentido si se lo atribuimos a un ente provisto de conciencia, no a causas impersonales. El otro, animar al lector a jugar con su imaginación mientras responde a la pregunta «¿y si hubiera algo de verdad en las antiguas leyendas?» del mismo modo en que lo hacía la serie Expediente X con los ovnis u otros fenómenos paranormales.


15) El tono general de “Hijos del río” es pesimista en cuanto al futuro de la humanidad. ¿Qué crees que deberíamos hacer para cambiarlo?

Una cuestión bastante difícil de resolver, mucho más sin ser una experta, como sucede en mi caso, pero al fin y al cabo, todos tenemos alguna que otra idea, por muy imprecisa e inviable que sea, sobre cómo salvar el mundo.
Yo creo que la gestión de los recursos y la aspiración a un crecimiento económico  continuo son los mayores problemas para el medio ambiente y, por tanto, para nuestro futuro como especie.
¿Cuáles serían las soluciones? En el mundo desarrollado, creo que pasarían por una concienciación individual de los ciudadanos para eliminar actitudes de consumismo compulsivo y un compromiso medioambiental de los sectores productivos y políticos mucho más amplio que el relativo al control de las emisiones, que debería incluir un cambio de modelo económico. En el mundo subdesarrollado y en vías de desarrollo, me parecería necesaria la consecución de una autonomía económica de los estados, acompañada por un efectivo control de la natalidad. ¿Cómo lograr estos objetivos sin conculcar los derechos y libertades individuales? No tengo respuestas a eso, son cuestiones muy complejas que, probablemente, se conviertan en el gran reto ético que enfrente nuestro tiempo.


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