Crónica de la presentación en Málaga de “El calígrafo de los cielos” de Ernesto Fernández-Weiss
Crónica de Paco Mancera Romero de la presentación de “El
calígrafo de los cielos”
Es un chiste, un chiste largo, pero un chiste agropunk.
Crónica de la presentación de El calígrafo de los cielos de Ernesto Fernández-Weiss editado por El
Transbordador.
A las 20 horas del viernes 2 de
Febrero de 2018 en la Librería En
Portada Cómics se presentó el Soyuz #12 (colección de novela corta) escrito
por Ernesto
Fernández-Weiss titulado El calígrafo de los cielos de la Editorial El Transbordador.
Apreciado lector le recomiendo
encarecidamente que mientras lee estas humildes letras, en honor de la
presentación en sociedad de este refrescante cuento largo o novela corta, tanto
da que da lo mismo, lo haga escuchando la magistral banda sonora
de la serie de televisión española Crónicas de un pueblo (1971-74,
Antonio Mercero).
Tras la habitual y respetuosa
tanda de agradecimientos, la comodora de El Transbordador, Pilar Márquez, nos
ubicó en la colección Soyuz, una colección ecléctica que llega a su doceavo
número con este texto difícilmente encasillable… como es norma en esta
colección. Tomó la palabra el autor Ernesto
Fernández-Weiss, con esta obra inicia la singladura de publicar en
solitario. Con amable locuacidad nos reveló que este texto lo escribió hace
cuatro años y que fue gracias al escritor malagueño Alejandro Castroguer como
conoció la existencia de El Transbordador lo que a la larga nos a traído a
todos aquí y ahora. La idea del texto le asaltó en un momento de aburrimiento y
tras escribirlo lo envió a los varios concursos literarios que solicitan la
extensión novelette. Este texto llegó a quedar finalista en el Premio CAM de
Novela Corta Gabriel Sijé. Pilar y Ernesto conversaron sobre el carácter
generalista del premio y lo difícil que sigue siendo que una obra de ciencia
ficción gane un concurso mainstream. Eso llevó a Ernesto a matizar que no es
una novela de ciencia ficción, sino una novela sobre la ciencia ficción: es una
historia costumbrista que se desarrolla en la España rural de los años
cincuentas, en la dura y eterna posguerra. Es un chiste, un chiste muy largo,
pero un chiste. Es un texto respetuoso, políticamente correcto.
Ernesto reconoció que su obra es
muy berlangiana, que rezuma cine por todos sus costados. Y es cierto, ya he
leído la obra, y es absolutamente cierto. Y no sólo por la evidente semejanza
con Bienvenido, Mister Marshall (1953,
Luis García Berlanga). En mi opinión es
una novela sobre la promesa que nos hizo la ciencia ficción; nos iba a dar el
espacio. Sobre esa promesa y su pérdida. La nostalgia que nos produce haber
perdido esa promesa: la nostalgia de la ciencia ficción de los cincuentas. Y
ese “subgénero” no está vacío, está ocupado por este texto que nos ocupa y las
películas El astronauta (1970, Javier
Aguirre Fernández) sobre un brillante guión de Pedro Masó y un estupendo elenco
de actores españoles donde destacan Tony Leblanc y José Luis López Vázquez y
una entrañable película australiana La
luna en directo (The Dish, 2000,
Rob Sitch) con un inspirado Sam Neill, que es el trasunto australiano de lo que
nos ocupa hoy.
Editora y autor entraron en un
debate sobre las perspectivas de venta de una obra que se sitúa en una de las
aristas entre novela costumbrista y ciencia ficción, pesimista él y optimista
ella. Y remarco la frase final de Pilar de ese debate: sirva El calígrafo de los cielos como novela
de iniciación a la ciencia ficción.
Ernesto defendió la
transversalidad de esta obra, de hecho le gustó mucho a su madre, tras las
risas del público, apuntilló que es un ejemplo de la capacidad del texto de
llegar a distintos públicos, ya que su progenitora no sabe nada de ciencia
ficción.
Pilar comentó que este texto
viene muy bien a la colección de Soyuz en su intento por allanar fronteras
entre géneros y etiquetas… o sirve para crear nuevas etiquetas. El autor, no
pudo por menos que saltar, y catalogar la novela de agropunk.
La presentación mutó en
conversación con el público destacando como tema de debate, la promoción actual
de la literatura editada por pequeñas editoriales o autoeditada. Las redes
sociales han venido a cambiarlo todo (y no necesariamente a mejor), y entre
esas cosas han cambiado las promociones. Los presentadores acordaron que estos
tiempos de autoalabanza y autobombo propio o por palmeros irredentos no son de
su gusto, ni tan siquiera por necesidad.
Pese a su pesimismo, Ernesto,
confía en que el libro guste y se defienda por sí mismo. Pilar secundó el
presagio.
A preguntas del público, se
desmelenaron algo más y dejaron fluir más información: pese a situarse en la
parte dura de la posguerra es una narración tragicómica, con personajes
entrañables (apreciado lector ahora entenderá porque le pedí que escuchase la
musiquilla de Crónicas de un pueblo,
porque son sus personajes los que viven en esta obra), que participan en un
concurso de cuentos de ciencia ficción del pueblo. Concurso creado como acto
promocional de la candidatura del pueblo, a albergar una estación de
seguimiento espacial de la NASA. Y sin embargo, la novela no deja de ser un
canto en favor de la imaginación y una reivindicación de la literatura. Al
calor de la conversación Ernesto confesó que hay dos hechos reales que le sirvieron
de inspiración. En el pueblo madrileño Robledo
de Chavela de 4.037 habitantes, en 1969 se instaló una base de seguimiento
de satélites de la NASA conocido como MDSCC (Madrid Deep Space Communications Complex). Y la anécdota de la
revista americana de ciencia ficción americana que ojiplática observaba que en
Los Álamos, un remoto pueblo de Nuevo México, se agolpaban muchos suscriptores
de la revista. Todo quedó aclarado tras acabar la segunda guerra mundial y
conocerse que en esa localidad estaba la base secreta: el Laboratorio
Nacional de Los Álamos (LANL) que estaba desarrollando la bomba atómica en
el famoso proyecto Manhattan.
Apreciado lector esta crónica
está a punto de acabar, las luces se están apagando y los técnicos están
recogiendo la tramoya. El sueño se ha acabado, el espectáculo del cine ha
echado el telón. Se fue la nostalgia de la promesa de la ciencia ficción y
queda la dura realidad, la de la España franquista que nos quisieron vender
edulcorada en Crónicas de un pueblo,
donde todo era mentira o un plagio. Plagio como el de la banda sonora de la
serie, una vulgar trasposición de un éxito de Cliff Richards & The Shadows: I could easily fall in love with you (1964, editado por Columbia, enlazada aquí por si
quiera comparar).
Tras la firma de ejemplares
cruzamos la calle e iniciamos el tercer tiempo. Hay una gran cantidad de
novedades que están en camino, sin irnos más allá, el 17 de Febrero se presentará
Flor de hadas en el bolsillo de
Juan Antonio Fernández Madrigal.
By PacoMan
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