"¿Donde están las naves espaciales?" de Victor Guisado Muñoz



La editorial “La mirada de Bérénice”, ha publicado la novela corta “¿Dónde están las naves espaciales?” de Víctor Guisado Muñoz, autor finalista del premio Alberto Magno 2013 con el relato ¿Podemos celebrar ya la victoria?

¿Dónde están las naves espaciales? es una novela que invita a soñar y que llama a la lucha interior, a la resistencia frente a las adversidades, y ofrece una visión lúcida del futuro que puede que nos engulla a todos los humanos dentro de unos años. Pero para el protagonista no es la revolución tecnológica que ha cambiado el mundo lo que le oprime, sino el absurdo humano que sigue en el futuro tan presente como lo está hoy en día.

K. es un niño que mira las estrellas y en sus viajes por el Sistema Solar conoce a Valentina... una maravillosa ingrávida a quien escribe mensajes de socorro para que le rescate del tedio abrumador que es su vida.

¿Dónde están las naves espaciales? no es una novela de derrota, no es un lamento ni una ausencia del ser, sino un paso enfrente cuando la vida pide voluntarios, una apuesta por los sueños como generadores de fuerza vital, un grito seco en medio del silencio del espacio, un grito fuerte y rebelde que clama: ¡Sacadme de aquí!



¿DÓNDE ESTÁN LAS NAVES ESPACIALES?

(Compases iniciales)



He visto los grandes navíos siderales romper la órbita que les enlazaba con Mercurio y lanzarse decididos a las profundidades del océano cósmico. El encendido de sus motores alumbraba en el firmamento una estrella que rivalizaba en brillo con el mismísimo Sol por unos instantes. He visto puestas de Sol en Marte y amaneceres desde las capas altas de las atmósferas de Júpiter y Saturno. Me he zambullido en los océanos ocultos de Europa y Encélado y he contemplado con expectación reverencial los charcos y lagunas de hidrocarburos de Titán, por si presenciaba en aquel mismo instante la aparición de las primeras moléculas auto-replicantes, tal y como debió suceder, seguramente, hace miles de millones de años aquí en la Tierra. ¿Ocurrirá ahora?, pensaba, ¿o habrá que esperar a que el Sol se transforme en una gigante roja, engulla a los planetas interiores e ilumine con más fuerza a los gigantes gaseosos? He visitado todos los rincones del Sistema Solar que la holo-red me permitía visitar. He contemplado llanuras cuajadas de cráteres congelados en el tiempo hasta que mis ojos se quedaban resecos; he admirado, y temido, nubes tan grandes que podrían engullir un planeta entero como la Tierra. He estado en incontables ocasiones en la Luna y he comprobado por mí mismo la ausencia de esfumato incluso en sus más lejanos horizontes. ¿Qué habría pensado Leonardo al ver lo que yo he visto? ¿Cómo habría retratado él paisajes inmersos en atmósferas tan densas como la de Titán u horizontes de mundos sin atmósfera como los de la Luna o Mercurio? Ahora estoy plantado ante la lección que tengo que recitar mañana y estoy aburrido. Tengo que saber en qué año nació Leonardo y dónde, y cuántos pelos tenía su barba. ¿Tendría barba Leonardo? ¿Qué hay de los paisajes sin atmósfera? ¿Qué hay de Titán? Me conecto a la holo-red y pienso en Louvre, museo, París. Prácticamente al instante, estoy en el museo del Louvre, en París. Sostengo la mirada de la Gioconda. Oh. El esfumato. ¿Pintó algún paisaje extraterrestre Leonardo? ¿Habló con Galileo, con Newton? No, no creo: veo en la holo-red que estos dos vivieron luego. Pero... ¿qué habría pasado si hubieran sido coetáneos y vecinos y hubieran hablado entre ellos? ¿Le habría preguntado Leonardo a Galileo si había atmósfera en la Luna? ¿Le habría pedido Galileo a Leonardo que pintara un paisaje de otro mundo, que diseñara una nave espacial? ¿Qué es eso?, le habría preguntado el artista al científico. Es un navío, habría contestado el científico, para viajar lejos, más lejos que nunca, un navío capaz de navegar en el vacío, de saltar de planeta en planeta, un navío para explorar el océano más grande de todos, el océano en el que navegamos todos. ¿Está vacío el vacío? ¿No está lleno de luz? ¿De energía? ¿De eso que el profe de Ciencias Naturales llama “radiación electromagnética”? Y si no hubiera nada, nada de nada, ni luz, ni microondas, ni nada, ¿no debería estar cargado con la posibilidad de que hubiera algo? ¿No debería estar “preñado de potencia creativa”, como dice el profe de Literatura? ¿Se puede medir la “potencia creativa”? El profe de Física dice que sí, creo, si he entendido algo de lo que dice, y el de Literatura dice que no, seguro, que es un imponderable más allá de la Física y de las Matemáticas, pero algo de razón debe de llevar el de Física, porque la Física ha conseguido llevarnos a las estrellas, y no sé yo si mi profe de Literatura y sus colegas entenderían a Galileo tan bien como lo hubiera entendido Leonardo. No sé. Los exámenes deberían de ser de preguntas, no de respuestas. Qué tontería las respuestas. Seguro que Leonardo, Galileo y Newton tenían más preguntas que respuestas en sus cocorotas.



“¿Dónde están las naves espaciales?”

Autor: Víctor Guisado Muñoz

Editorial: La mirada de Bérénice

Tipo de libro: electrónico (MOBI, EPUB)

Fecha de publicación: abril de 2015

Precio: 0.99 euros

Páginas: 60 (aprox.)

ISBN: 978-84-606-77-90-1 (MOBI) / 978-84-606-77-92-5 (EPUB)



Página de la editorial desde donde se puede descargar la novela, tanto en formato MOBI como EPUB: http://lamiradadeberenice.com/comprar/






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